sábado, 10 de marzo de 2012

Miguel tenía cáncer

Lucha por tus sueños


La misma rutina de todos los domingos: hacer la maleta, bajar las escaleras de casa con cuidado de no tropezar con el equipaje y coger el tren a Madrid. En el andén mis padres se despiden una semana más. El tren ya se ha convertido en mi lugar para pensar y más después de la conversación que escuché el viernes. En casa entran dos sueldos y gracias a ello puedo volver cada viernes y relajarme del agobio de vivir solo en la ciudad. Estudiar fuera es todo un lujo y debería valorarlo más, otros quieren y no pueden.

Dos años han pasado ya desde que  a Miguel -amigo de la familia- lo operaran de cáncer de pulmón. Hoy, está totalmente impedido para trabajar. Casado con Isabel y padre de dos hijos, Guillermo y Marta. Yo los llamo cariñosamente Guille y Martita, de diecisiete y doce años respectivamente. Se mantienen con una paga de cuatrocientos euros al mes. Guille es deportista, buen estudiante y sueña con ser profesor de educación física. Martita es peor estudiante pero se esfuerza mucho por sacar adelante sus estudios, quiere ser profesora de educación infantil y cuidar a los peques.

“Ninguno de los dos podrá ir a la universidad” decía su madre llorando mientras tomaba una taza de café. Desde que Miguel había sido operado tan solo había entrado en casa el poco dinero que  ella había logrado conseguir trabajando unos meses para el ayuntamiento o limpiando en casas. Se las arreglaban como podían, la abuela les daba algún dinerillo, la cuñada les traía comida para los niños, sus hermanos y hermanas les daban compañía y así quedaba todo en familia.

Mala suerte tuve de estar presente cuando entre sorbo y sorbo Isabel nos contaba la situación de su familia. Aunque sus hijos no lo sabían su futuro estaba marcado desde que esa enfermedad llegara a su padre. Ya en Navidades no tuvieron regalos y cuando alguien les preguntaba qué habían recibido por reyes, Martita aún inocente, contestaba “a mi papá curado”, pero Guille agachaba la cabeza. Con diecisiete años ya comprendía que ni esas Navidades, ni las próximas recibiría ningún regalo porque desde ese día serían la generación perdida.

Martita no tiene cuadernillo de ejercicios de inglés, Guille utiliza el libro de matemáticas de su compañero. Hace treintaisiete años mi madre compartía con su vecina los libros. Hace treintaisiete años no todos tenía las mismas oportunidades, hoy tampoco.


Con la crisis parece que nos hemos olvidado de esas historias que viven millones de familias en este mismo momento. Historias que debemos hacer visibles. Miguel ha luchado mucho para superar su enfermedad. Ahora solo puede estar tumbado en el sofá viendo la tele. Las generaciones pasadas lucharon mucho por conseguir la democracia, el estado de bienestar y todos los derechos que hoy poseemos. Nuestra generación no luchará, somos la generación del pasotismo. A nadie importa que estos dos niños no tengan futuro.

Guille y Martita no cumplirán sus sueños.

Su confidente. Luis González Campo

2 comentarios:

  1. Afortunadamente, hay sueños más allá de la universidad y regalos mucho más valiosos que los que se envuelven o se compran en las tiendas. Por otra parte, las generaciones perdidas son aquéllas esparcidas por distintas épocas y lugares que no podían pensar, aquéllas que no podían besarse en la calle o formar un grupo de amigos y rebelarse contra algo. Las generaciones perdidas son las que no podían o no pueden dar un paso al frente y decirle algo al mundo, las que se pierden porque no pueden encontrarse con lo que quieren. La generación de la que tú hablas es una generación que dentro de esta comodidad que muchos tenemos, resalta por tener dificultades. Una generación que, como tantas otras, podrá llegar con esfuerzo a donde se proponga más allá de cualquier limitación externa. Con 400 euros al mes y una persona que no puede trabajar por salud, el Ministerio dará becas a esos chicos.

    Respecto a la generación del pasotismo… Decir algo así es injusto para todas aquellas personas que a pesar de las circunstancias en que viven están siempre dispuestas a pensar sobre lo que les rodea. No existe ninguna generación pasota porque en toda generación hay personas dispuestas a hacer algo.

    Un saludo, Luis.

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  2. Es cierto que tendrán beca, pero una beca no cubre todos los gastos por desgracia. Por suerte tienen sueños más allá de la universidad y esos los cumplirán.

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