En el instituto tuve un profesor
de Lengua, Don Rafael Simancas, de los mejores que he tenido. Paradójicamente se
llama igual que el exlíder de los socialistas madrileños, que trajo consigo el
gobierno de la condesa, Esperanza Aguirre, al que tendría la oportunidad de
entrevistar años después. Recuerdo de este profesor su forma de arriesgarse a
la hora de traernos lecturas, un día se presentó con un texto que rezaba en su
título “La caca”. Este texto era inconfundiblemente de Juan José Millás, era de
las primeras veces que oía hablar de él, pero acabaría convirtiéndose en uno de
los referentes a los que algún día me gustaría mínimamente pisar la suela de
sus zapatos.
Este profesor me descubrió a
Millás y gracias a ello yo descubrí al tipo de periodismo que quería dedicarme,
un periodismo irónico que contextualizaba y hacía crítica de los aspectos más pedantes
de la realidad.
El texto básicamente trataba de
eliminar esa prepotencia que nos caracteriza a los humanos como raza, los
dioses sólo esperan de nosotros que vayamos al baño con regularidad, ya te
llames Copérnico o Freud. Pero para desgracia del mundo aún quedan narcisistas,
y esto es lo que se vive día a día en la Asamblea de Madrid. Muchos tachan al
señor Ángel Gabilondo de un político de altura, de alguien que llegó allí para
subir el nivel intelectual de los debates, pero yo lo que veo es una persona
que simplemente se dedica a tratar al resto con una superioridad intelectual
indigna de una persona que representa al socialismo, tiende a tener una actitud
que le impide ver el sufrimiento ajeno por su entusiasmo narciso y optimista. Señor
Gabilondo, a usted los madrileños no le pusieron allí para dar lecciones de
metafísica, le pusieron para solucionar los problemas de la gente de a pie,
porque a mi me importa una mierda (nunca mejor dicho) que Kant diga que “la
honradez es la mejor política”, lo que me importa es recuperar para los
madrileños su sanidad, su educación, su dignidad, para profetas y salvadores ya
tenemos muchas religiones.
Los socialistas madrileños van a
la deriva, cediendo el papel de la defensa de los ciudadanos, poco a poco, a la
formación morada liderada por José Manuel López, mientras Cifuentes camina con
paso seguro sin oposición alguna, dirigiéndose a un sitio que no sabemos, y
seguirá andando porque señor Gabilondo usted con sus libros y sus estudios
defeca lo mismo que la señora Cifuentes.
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